Porque no utilizamos datos de la renta?
En muchos estudios de (y charlas sobre) gentrificación en México, el precio de la renta toma primera importancia – y en muchos casos es el único dato en las notas o investigaciones.
Hay dos problemas fundamentales con esto. Primero, hay débiles muy preocupantes en los datos oficiales de la renta por IIEG e no es claro que la renta realmente es lo más representativa así que no todos que pueden ser impactados por gentrificación están rentando.
Y, más que esto, no renta cara no necesariamente muestra gentrificación.
Primero, veamos los datos.
Desde 2021, los datos del IIEG han tomado información de nueve sitios web: Inmuebles 24, Lamudi, AMPI Guadalajara, Mercado Libre, Viva Anuncios, Propiedades.com, El Informador, Mural y Avisos de ocasión.
Grandes zonas de la ciudad, especialmente en la zona este, carecen de suficiente información; esto no significa que no haya nada disponible para alquilar en barrios como San Juan Bosco, sino que no se anuncian en estas plataformas.
También podemos observar esta disparidad simplemente observando el mapa de ofertas en los sitios de donde se extrae esta información.
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Además de la división geográfica, estas plataformas también se centran en los apartamentos más caros, en particular los de lujo en promociones verticales gestionadas por inmobiliarias, lo que infla aún más los precios de alquiler registrados y anunciados. Además, si una misma propiedad aparece publicada en varias plataformas, los datos se duplican, lo que agrava el problema.
Además, estos datos incluyen los precios de venta; no registran lo que la gente paga por el alquiler en estas zonas. Un apartamento publicado no significa necesariamente que esté alquilado.
Así pues, si bien los precios de alquiler de julio de 2024 sugieren que el coste medio del alquiler en La Perla se sitúa entre $9,000 y 12,000, hablando con vecinos, se puede encontrar gente que se mudó, incluso en el último año, pagando $4,000, aproximadamente un tercio del precio, por un apartamento de una habitación.
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Una característica redentora de estos precios de alquiler es que podemos obtener una escena de cambio a lo largo del tiempo: por ejemplo, podemos ver que el precio con el tiempo está aumentando rápidamente en el centro, pero no sabemos si eso se debe simplemente a que se ofrecen más pisos y casas de lujo o simplemente más grandes.
Además, hay dudas fundamentales en los datos de renta oficiales y el hecho que, todavía, solo un muy pequeño porcentaje de la población están rentando.
O, como explica dice Luis Ángel Flores Hernández, urbanista y autor de Urbanismo del disenso. Un atlas de espacios políticos en Guadalajara, “es una cuestión de percepción.”
“Todas las personas que conozco, por ejemplo, son inquilinos, pero representan menos del 20% de la población.”
Así que, incluso si utilizamos datos sobre precios de alquiler, solo analizamos un sector muy pequeño de la sociedad, lo que corre el riesgo de centrarse únicamente en las poblaciones más jóvenes, con mayor movilidad geográfica. Esto no refleja necesariamente el impacto de la gentrificación, un fenómeno tanto económico como sociocultural, en las personas que han vivido en un barrio durante décadas si, por ejemplo, son propietarias de sus viviendas.
Si analizamos la gentrificación en Guadalajara a través de otras medidas y datos, con la intención de destillar más identidad y cultural en temas socioeconómicas, la vista es muy distinta.
Segundo, rentas caras o precios de casas altas pueden ser una consecuencia de gentrificación, pero también están una huella de financiarización de la vivienda en que el primer motivo de los propietarios es generar el máximo dinero que posible con su propiedad.
En algunos casos, inquilinos pagan hasta 50% o más por vivir en un lugar que no está ‘gentrificado’ social ni culturalmente solo porque es la única opción. Estos casos, igual tan feos y con consecuencias destructivas, no están ejemplos de gentrificación.
Son, en cambio, ejemplos de la financiarización desenfrenada de la economía y la vivienda. Confundir ambas conlleva el riesgo de generar una guerra cultural o acusaciones mutuas entre inquilinos, en lugar de una mirada seria al sistema que perjudica a todos.
Reconocer esto es crucial antes de que podamos empezar a buscar soluciones a los problemas de la financiarización y la gentrificación.
